En 1947, floreció en el corazón de Traiguén un sueño altruista, tejido por la generosidad y la visión de una extraordinaria mujer: Cecilia Widmer. Su anhelo trascendental era cultivar en nuestra querida ciudad el florecimiento de la cultura, el bienestar infantil y la espiritualidad. Hoy, su legado resplandece en cada rincón de la Residencia que lleva su nombre.
Nos encontramos en un mundo donde la complejidad de las realidades socio-culturales a menudo desafía la paz y la seguridad de nuestros niños, niñas y adolescentes. Nos enfrentamos a una multiplicidad de desafíos que a menudo desbordan los límites de lo cotidiano y se entrelazan en las esferas más íntimas de sus vidas.
En este escenario, la Residencia Cecilia Widmer se erige como un faro de esperanza, un santuario de restitución de derechos para aquellos pequeños corazones que han sido vulnerados. Nuestra misión es clara: proporcionar un refugio emocionalmente seguro, un espacio donde el amor, la comprensión y el apoyo terapéutico familiar se entrelazan para sanar las vulneraciones sufridas.
No solo buscamos intervenir, sino transformar. Nuestro compromiso va más allá de la mera atención. Adoptamos un enfoque holístico que abraza la individualidad de cada niño, niña y adolescente, reconociendo sus fortalezas y desafiando sus límites. A través de intervenciones tanto presenciales como remotas, estamos siempre presentes, extendiendo nuestros brazos para abrazar a aquellos que necesitan sostén y orientación.
No nos limitamos a trabajar solamente con las niñas y adolescentes. Reconocemos que el núcleo familiar es el pilar fundamental de la sociedad. Por ello, dedicamos tiempo y esfuerzo a fortalecer los lazos familiares, a empoderar a los padres y adultos significativos para que sean los arquitectos de un futuro mejor para sus hijos.
Desde sesiones terapéuticas hasta actividades lúdicas y talleres, desde la atención de crisis hasta la. planificación de un futuro independiente, cada acción que emprendemos está impregnada de amor, compasión y dedicación. Somos testigos de la transformación, de las sonrisas que vuelven a iluminar rostros antes ensombrecidos por la adversidad.
En la Residencia Cecilia Widmer, no solo ofrecemos ayuda, ofrecemos un hogar. Un hogar donde cada niña y adolescente pueda florecer y alcanzar su máximo potencial. Porque creemos en un mundo donde cada es sagrada y cada voz merece ser escuchada. Juntos, estamos tejiendo un futuro de esperanza y resiliencia.