En este día tan especial, recordamos la importancia de construir una sociedad inclusiva, donde cada niño y niña sea valorado por su individualidad y potencial. La infancia es el momento de soñar, aprender y crecer, y todos merecen tener las mismas oportunidades para alcanzar sus metas.
La inclusión no solo enriquece a quienes la viven, sino que nos enseña a todos a valorar la diversidad como un regalo. Trabajemos juntos por un mundo donde las barreras desaparezcan y donde los niños y niñas con discapacidad encuentren un entorno que los acoja, los motivos y les permitan desarrollarse plenamente.
Las personas y niños con discapacidad nos muestran cada día el valor del esfuerzo, la resiliencia y el amor por la vida. Su aporte a nuestra sociedad nos inspira a ser más conscientes, solidarios y creativos en la búsqueda de soluciones para lograr un entorno accesible y equitativo. Ellos nos enseñan que la verdadera fortaleza está en la unión y que juntos podemos construir un mundo donde las diferencias sean fuente de aprendizaje.
Hagamos de la inclusión un compromiso que trascienda este día y se convierta en una práctica cotidiana. Porque todos, sin importar nuestras diferencias, somos parte de un mismo camino hacia un futuro mejor.
El verdadero impedimento no está en las personas con discapacidad, sino en los prejuicios que a veces una sociedad no entiende que la diversidad nos fortalece. La inclusión comienza cuando dejamos las diferencias y empezamos a construir.