Cada 24 de julio se conmemora el Día Internacional del Autocuidado, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la importancia de cuidar de nosotros mismos como una acción cotidiana, intencionada y necesaria para el bienestar integral.
En el contexto de las residencias de cuidado, este día adquiere un valor especial. Para los niños, niñas y adolescentes que viven procesos de reparación, protección y contención, fomentar el autocuidado no solo fortalece su autoestima, sino que también entrega herramientas concretas para el desarrollo de su autonomía, salud mental y emocional.
El autocuidado no es un acto egoísta, sino una práctica de respeto propio que impacta positivamente en las relaciones con los demás. Enseñar a niños y adolescentes a identificar lo que sienten, poner límites, pedir ayuda, descansar y disfrutar de sus espacios personales es clave para su formación y proceso de resiliencia.
Al mismo tiempo, para los equipos que acompañan diariamente estos procesos —educadores, profesionales psicosociales, técnicos y auxiliares—, el autocuidado es una responsabilidad ética y emocional. En un trabajo profundamente vinculado al compromiso afectivo, sostener el bienestar físico y emocional propio es indispensable para brindar un acompañamiento respetuoso, empático y sostenido en el tiempo.
Por eso, este 24 de julio, invitamos a todos y todas a detenerse un momento, a reconocer sus necesidades, a mirar hacia adentro con amabilidad y a promover espacios donde el autocuidado sea parte de la cultura del cuidado colectivo.
Porque cuando nos cuidamos, cuidamos mejor.