Cada 22 de abril celebramos el Día de la Tierra, un recordatorio de la necesidad urgente de proteger nuestro planeta. Más que una fecha en el calendario, es una invitación a reflexionar sobre nuestro impacto en el entorno y a fortalecer nuestro compromiso con su cuidado.
Uno de los caminos más efectivos para lograr un cambio real es la educación, especialmente en la infancia. Los niños y niñas son el futuro, y la manera en que los eduquemos hoy definirá la forma en que cuidarán la Tierra mañana. La naturaleza misma es un aula viva, llena de aprendizajes esenciales sobre la vida, el equilibrio y la sostenibilidad.
Los espacios al aire libre permiten que los niños y niñas experimenten directamente la biodiversidad, comprendan los ciclos de la vida y desarrollen una conexión emocional con el planeta. La educación en contacto con la naturaleza fomenta la creatividad, la curiosidad, la empatía y la responsabilidad. Además, está comprobado que mejora la concentración y reduce el estrés.
🍃 Valores para toda la vida: Si desde pequeños crecen en contacto con la naturaleza, aprenderán a respetarla y cuidarla de manera natural, entendiendo que somos parte de un gran ecosistema interconectado.
Conexión con la Cultura Mapuche
La naturaleza de la Araucanía está profundamente ligada a la cosmovisión del pueblo mapuche, quienes ven la tierra (Mapu), el agua, los bosques y los animales como seres vivos con los que se debe convivir en equilibrio y respeto. Muchas comunidades practican el cuidado ancestral del territorio y promueven el ecoturismo basado en su cultura y tradiciones.
En este hermoso entorno natural es donde se encuentran los centros de Corprix Infancia, un lugar ideal para que los niños y niñas crezcan aprendiendo a valorar y proteger el medioambiente, aprendiendo desde la infancia la importancia de la conservación y el respeto por la naturaleza
RESIDENCIA SAN BENITO, TRAIGUÉN, RESIDENCIA PADRE FRANCISCO, TEMUCO, RESIDENCIA CECILIA WIDMER, TRAIGUÉN, RESIDENCIA SANTA TRINIDAD, ANGOL, RESIDENCIA VILLA NIÑOS Y NIÑAS COLLIPULLI, FAE PRO VICTORIA, VICTORIA.
En los juegos de la infancia, se esconde la voz de la Madre Tierra,
susurrando entre hojas, cantando en el río, latiendo en la raíz que espera.
Con manos pequeñas y ojos de asombro, los niños aprenden su idioma sincero,
y cada paso sobre el pasto es un pacto, un lazo puro y verdadero.